Las promesas tienen un peso que muchos subestiman. En el momento en que se hacen, suelen parecer ligeras, llenas de intención y esperanza. Pero, con el tiempo, cada una de ellas se convierte en una deuda que exige su pago. ¿Cuántas veces hemos escuchado palabras como «te prometo que cambiaré», «voy a estar ahí cuando me necesites» o «juro que no volverá a pasar»? Sin embargo, ¿qué ocurre cuando la realidad se impone y cumplirlas resulta más difícil de lo esperado? Las promesas no solo son compromisos, sino también declaraciones…
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