En los rincones del misticismo sufí, donde la danza es oración y el amor trasciende los límites del mundo físico, existe una historia que resuena como un eco atemporal: la del derviche que bailó hasta perderse en el amor. Se dice que en un pequeño rincón de la antigua Persia vivía un derviche que dedicaba su vida a la búsqueda de lo divino. No poseía riquezas ni títulos, solo su fe y la convicción de que el amor era la verdadera esencia de la existencia. Cada día, en la plaza…
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